
“¿Dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos? Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?” (Dt 4, 7-8)
La ley del Señor alegra el corazón. Quien cumple la voluntad divina llega a saborear la sabiduría de Dios.
Los preceptos del Señor son justos, y liberan de la esclavitud. No hay forma más dichosa de vivir que cuando se siguen las inspiraciones del Espíritu.
PENSAMIENTO
Conocer lo que agrada a Dios es un don del Espíritu Santo, que cabe percibir en el hondón del alma.
PROPUESTA
No te justifiques en falsas doctrinas, para evadirte de aquello que es bueno, agradable, perfecto.
CUESTIÓN
¿Puedes decir que buscas en todo hacer la voluntad de Dios?